Rescate de una de las bombas que cayeron en Palomares
Rescate de una de las bombas que cayeron en Palomares

Operación flecha rota, o sobre cómo era aquella desinformación

Juan de Oñate, director de la Asociación de Periodistas Europeos, escribe sobre cómo era la desinformación en los tiempos que se editaba el diario MADRID, usando como ejemplo la llamada 'Operación flecha rota' o rescate de las bombas estadounidenses que cayeron en la localidad almeriense de Palomares

Cuando en la actualidad hablamos de desinformación lo hacemos refiriéndonos a la propagación de noticias falsas, manipuladas y malintencionadas que obedecen a algún propósito generalmente desestabilizador. Esa desinformación se apoya en los numerosos cauces por los que en la actualidad circulan las noticias y que derivan en una suerte anegamiento informativo que impide o al menos dificulta la verificación de manera que, entre la confusión y la sobredosis, logran pasar por ciertas cuestiones que no lo son.

Si nos remontamos medio siglo atrás, nos encontramos con otros tipos de desinformación consistentes sencillamente en no informar mientras fuera posible y pasar a hacerlo con un detallismo tergiversador cuando no hubiera otro remedio.

Poco importaba incurrir en una falta de coherencia cronológica a la hora de publicar las informaciones, sencillamente se daban por sabidas cuestiones de las que nunca se había hablado con anterioridad y de las que, probablemente no había excesivos deseos de informar.

Se contaba, por ejemplo, la desconvocatoria de una huelga minera en Asturias de cuya existencia jamás se había dado noticia alguna o se informaba de la vuelta a la calma en el Norte de África sin que se hubieran mencionado nunca las turbulencias.

Un caso paradigmático lo vivió el MADRID en 1966, previamente a la llegada del que se denominó MADRID independiente (1967-1971), y tuvo que ver con el avión norteamericano estrellado con cuatro bombas nucleares a bordo en las proximidades de la localidad de Palomares. A pesar de que el suceso ocurrió el 17 de enero de 1966 el diario no dio cuenta de él hasta siete días después para mencionar sucintamente la localización de los restos de un avión a cinco millas de la costa almeriense. Al día siguiente, 25 de enero, se hablaba de “normalidad en la zona de Palomares” sin que parecieran existir motivos para suponer lo contrario.

A partir de entonces, y asumida la imposibilidad de mantener el perfil bajo en la difusión del suceso, se produce alrededor de la bautizada como “operación flecha rota” una cascada de información diaria generadora de confusión. Se contó al detalle la búsqueda de los restos del avión, cada movimiento de los dos submarinos de bolsillo utilizados para el rastreo, los devenires meteorológicos y sus repercusiones, la prohibición de Washington de que sus aviones con cargamento nuclear volvieran a sobrevolar España, el hundimiento de un buque holandés en la misma zona tras colisionar con otro americano, la interpretación rusa del accidente, la supuesta inexistencia de riesgo para el hombre (que podía desprenderse de la radioactividad con agua y jabón) y un largo etcétera de informaciones que desembocaron en la conocida portada que igualaba la radioactividad de Palomares a la de la puerta del Sol y que incluía la fotografía del entonces ministro e Turismo, Manuel Fraga Iribarne y el embajador estadounidense, Angier Biddle Duke, bañándose en las playas almerienses.

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