Cada vez que me invitan a esta casa vengo con mucho gusto, siempre de la manera tan informal como he sido invitado en esta ocasión porque me acabo de enterar de que tenía que decir unas palabras de clausura… me acabo de enterar media hora antes cuando me ha llamado Miguel Ángel para decirme cuál era mi misión, que yo tenía reducida prácticamente a hacer de repartidor de palabras y de entregar el Premio a nuestro homenajeado.
Lo hago sin ninguna preocupación -ahora que estoy en el atril- porque me he dado cuenta que se puede participar en una ceremonia como ésta sin referirse a la ceremonia sino leyendo un artículo que uno ha publicado por la mañana y que yo, -de lo que me han entrado ganas al oírlo-, es de hablarles de lo que acabo de hacer que creo es de interés general: ha celebrar, en la Academia Española una rueda de prensa donde hemos advertido al grupo de periodistas que nos han atendido, que vamos a hacer un programa cultural impresionante en la Academia, a partir de este mismo mes, que nos abrimos también al mundo de la cultura, de la literatura y de la cinematografía y que nos vamos a meter en todos los terrenos donde la lengua es importante y no sólo en la lingüística pura o en la filología que es dónde estábamos pero no quiero hablarles de esto, quiero hablarles de Francesc de Carreras que para mí es tan fácil como hablarles de lo que acabo de hacer porque es un personaje que está tan vinculado a mi vida y conozco también lo que hace que no me resultará nada difícil hacer una semblanza del personaje y celebrar el acierto del Jurado al elegirlo como un periodista admirable que es lo que realmente es.
Francesc, él mismo lo ha contado, ha aprendido Derecho Constitucional después de su vocación de especialista en Ciencia Política- no sabía nada de Derecho Constitucional, casi al filo de ser catedrático de Derecho Constitucional, -por la potentísima razón de que España no tenía una Constitución y por tanto no había nadie que estudiara esa disciplina-. Mis queridos colegas aquí presentes, además de él, estudiaban Ciencia Política que era una cosa donde se metían, los universitarios aprendices de juristas, aquellos que tenían más vocación política y esos que tenían más vocación política eran de ciencia política y además del partido comunista. Los que tenían más fuerte vocación política luego se acababan saliendo de allí, tomaban otros derroteros, lo que era muy característico de este tipo de personas. Luego Francesc aprendió Derecho Constitucional y lo aprendió muy bien porque no sólo le ha servido para ser un brillante profesor universitario sino un más que notable articulista.
En Derecho Constitucional, si se sigue la trayectoria de Francesc de Carreras, se verá que se ha entretenido siempre en analizar el centro, la columna vertebral del Derecho Constitucional. Él ha escrito y ha trabajado – hablo desde el punto de vista universitario o científico- de libertades públicas, de garantías de las libertades públicas, de la organización de los poderes, de separación de poderes. La máxima a la que hay que atenerse en este asunto de estudiar al Estado está en el artículo 16 de la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano que él ha seguido a la letra. “Un Estado, una colectividad que no tiene asegurada la separación de poderes -dice- y la garantía de los derechos, no tiene Constitución”, por tanto, lo que ha examinado siempre Francesc es si realmente tenemos Constitución y esa Constitución cómo opera, desde el punto de vista de los elementos más sensibles de su estructura: las libertades, la garantía de esos derechos, la organización territorial del Estado.., que han sido los temas a los que más primorosamente se ha dedicado. Desde ese conocimiento técnico y científico ha proyectado luego sus saberes al mundo del periodismo y a la explicación a los ciudadanos de qué cosas van funcionando mal.
Entre todas ellas de modo más notorio, aunque tiene libros sobre cualquiera de las materias y uno sobre Derecho Electoral, -que por cierto ahora también es pertinente que nos ilustre, desde las páginas de los periódicos, de los asuntos concernientes al derecho electoral- pero lo que más Francesc más ha atendido es, sin ninguna duda, el de la Estructura Territorial del Estado que le ha preocupado como ciudadano y en segundo lugar, como catalán, probablemente por aquello de que hay un grupo de catalanes que ha decidido que Cataluña son ellos, cuando como un buen catalán, que es Francesc, no se siente representado con lo que se dice que es el pensamiento de Cataluña. Lo ha estudiado de todas las maneras posibles. Yo creo que ahora está pasando, -como a casi todos los que nos hemos ocupado de este asunto- por un periodo de cierto aburrimiento, pero no se nos ocurre nada más. Hemos dicho de todo. Hemos contado como esto se puede arreglar y lo hemos dicho muy razonablemente y mientras más razonable es lo que se dice peor es el palo que nos llevamos. Realmente no se pueden poner ahora ideas sobre la mesa porque las tumban aunque sean extraordinarias. Consiste en esto, en el sacrificio que tienen que hacer cualquiera que escribe y a él, que tiene realmente una fortaleza admirable, no le importa porque sigue haciéndolo.
En ese pensamiento de Francesc -con el que va regando los periódicos, ahora El País, en el que escribe- se pueden deducir principios: no escribe a vuelapluma sobre la ocurrencia del día, no es un periodista que esté dedicado simplemente a apagar fuegos, o resolver u opinar sobre las cosas corrientes. Hay un pensamiento detrás que es estable en el caso de Francesc, que le inspira en todos sus artículos, está sistematizado su pensamiento. Se puede inducir de sus contribuciones diarias, pero también de libros y de los artículos más enjundiosos que ha publicado.
Francesc piensa, como pensamos algunos, pero Francesc lo hace con más insistencia, que realmente la clave de un Estado, para ser Estado, se configure como se configure el nuestro de modo descentralizado, es el ser una estructura permanente y en eso se diferencia un Estado, un Estado Federal de una Confederación. Lo ha escrito no hace mucho: las Confederaciones se caracterizan porque las normas que la vertebran son un tratado, un tratado al modo de los tratados internacionales, un tratado al modo de la Unión Europea, mientras que los Estados se vertebran con las Constituciones.
Las Constituciones son irrompibles, los tratados se pueden romper, las Constituciones crean una unidad política estable y no ocurre así con los tratados internacionales. Se puede ir uno de la Unidad Europea porque está basada en un tratado y así se trata de hacer, si fuera posible con el Brexit, pero no se puede hacer con un Estado Federado porque están dominados y regidos por una Constitución que determina la perpetuidad del sistema , es estable y de ahí no se puede ir nadie; estas estructuras no son susceptibles de ruptura, de modo que la perpetuidad es uno de los conceptos que él maneja, expresa siempre: un Estado es una estructura estable, no pretendan ustedes marcharse del Estado porque eso no es posible sin la decisión común del Estado e incluso si hubiera esa decisión común sería una decisión constituyente, no de reforma Constitucional. No sería posible esa separación porque nadie hace una nueva Constitución suicida, la que decide simplemente dejar de ser. Una Constitución aprobada para dejar de ser lo que es no tiene sentido y Francesc lo recuerda continuamente de un modo u otro con ocasión de las hazañas que se les ocurren a los independentistas.
Este es uno de los hilos conductores de su filosofía periodística, el otro, me atrevería a decir, es la necesidad de ser sensatos a la hora de examinar la Constitución que tenemos. Él es más prudente que yo en esto, debo decir, yo soy más lanzado, más propicio a hablar de reformas constitucionales y Francesc también, pero lo hace siempre con mucha prudencia. Se trata simplemente de reconocer que no tenemos una Constitución perfecta; esto es un reconocimiento que necesita el pueblo, que necesita una comunidad para poder perpetuarse, no podemos estar regidos por una Constitución tan imperfecta, y ¿qué tiene de imperfecta la Constitución? pues justamente el título 8º que es el más imperfecto, el relativo a la organización territorial que está lleno de defectos. Y ¿por qué está lleno de defectos? porque cuando se hizo, los señores que lo hicieron – nuestros padres constituyentes, tan adorados, tan justamente alabados, no tenían ni idea de cómo se organizaba un Estado Territorialmente, no lo sabían, no había experiencia en España porque hemos vivido siempre en el marco de sistemas centralistas y se imitó un modelo que ya no servía que fue el modelo de la Constitución Republicana de 1931 y bueno, a partir de esas constataciones es fácil identificar.
Hemos hecho juntos unas ideas para la reforma de la Constitución que inciden en que es bueno aproximarse a lo que hemos querido ser y no somos, que es un Estado de estructura federal, no para cambiar lo que tenemos por una Federación, no, para aprender de los sistemas federales, aquellos resortes técnicos, aquellos instrumentos que pueden ser útiles para perfeccionar lo que tenemos sin cambiarlo, sin cambiarlo por otra cosa, sin pretender ser una confederación ni tampoco una federación de nuevo cuño sino imitando algunas reglas de ese sistema, de los sistemas federales que están ensayados, algunas con más de doscientos años de antigüedad. Aprendamos eso y tomemos lo que nos interesa, limemos nuestras instituciones, perfeccionemos un cuerpo constitucional que en esa parte es sumamente defectuoso. No lo hacemos porque ya saben, la dificultad de afrontar una reforma de la Constitución en estos momentos de histeria política, de falta de conjunción de las fuerzas, pero algún día tendrá que ocurrir ¿no?. Francesc es personaje clave en esto porque insiste tanto y tan bien dicho que aunque no aparezca la idea de reforma constitucional, se ve tan claro en el infrasuelo, en los subterráneos de su pensamiento que realmente es como si lo repitiera cada vez que aparece en la prensa. Lo ha hecho con una valentía extraordinaria.
Realmente todos tenemos pensamientos sobre estas cosas pero nadie las dice continuamente en la prensa con la valentía con que él lo dice y nadie lo dice tampoco, Francesc, con la sinceridad y con la humildad con la que tu lo dices porque, claro, muchos profesores que saben muy bien de qué va esto, como Juan José Laborda que es esto, como otro de los que escribe continuamente en los periódicos, no lo hacen, algunos por temor pura y simplemente o porque no quieren señalarse pero también porque no conciben un artículo que no hacen, esté lleno de tres paladas de erudición, porque no conciben un artículo sencillo que pueda entender la gente, sin llenarlo de citas ni de referencias. Parece una cosa que un profesor eximio no debe hacer y hace falta también gallardía y humildad para poder hacerlo, eso es lo que te caracteriza y te diferencia de todos nosotros, más inútiles socialmente.
Mi enhorabuena muy sincera y que sigas acumulando premios periodísticos, no sé cuántos llevas ya, pero creo que lo mejor ya lo tienes conseguido.
Santiago Muñoz Machado