Hace cincuenta y pico de años, la pésima imagen del régimen de Franco en el extranjero se trataba de lavar a fuerza de suculentas mordidas que viajaban en maletas repletas de billetes portadas por dóciles “diplomáticos”.
Así conseguimos hitos tan singulares como la victoria de Massiel en el concurso de eurovisión con su canción vacía de mensaje “la,la,la”. El montante final de lo que costó no ha salido a la luz. Tampoco se ha certificado el desembolso realizado para lograr que un alto cargo del régimen pudiera alardear de haber disertado sobre los Principios del Movimiento Nacional nada menos que en el Parlamento de Westminster. O que el ministro español de Agricultura pudiera contar a Franco que la mismísima reina Isabel de Inglaterra había preguntado por la salud de su excelencia cuando se reunieron durante una feria agrícola en el norte de Inglaterra. Los entonces llamados “fondos de reptiles” servían para eso: engrasar voluntades que podían generar sorprendentes oportunidades de lucimiento para adalides del régimen.
Una muestra palmaria del nivel de corrupción de la época la protagonizó el ministro entonces de Información y Turismo Alfredo Sánchez Bella. En noviembre de 1971 viajó a Londres y lo hizo a bordo de un jet privado que había puesto a su disposición Lord Thompson, propietario del diario The Times de Londres y de una de las principales agencias de turismo del país. No sabemos cual fue la contraprestación, pero sí que el pequeño avión tuvo una avería en el tren de aterrizaje y tuvo que realizar un aterrizaje de emergencia y el ministro no pisó tierra sino que su primer contacto con el territorio inglés fue literalmente de culo.
Mientras tanto, en Madrid, John Organ, jefe de la oficina de la agencia británica Reuters, transmitía noticias de los desbarajustes que se producían a diario en la España del desarrollo. Muchas de esas noticias las obtenía en el café Roma, sito en la calle Serrano, esquina a Ayala. A escasos 200 metros se hallaba la sede de la agencia estatal EFE, donde se cocinaban relatos edulcorados de lo que acontecía en el país. Pero era en el café Roma donde, en una tertulia de periodistas españoles y corresponsales extranjeros, se destilaba lo más florido y mollar de la actualidad nacional.
John Organ se iba luego a su casa del barrio de Fuente del Berro de Madrid a jugar con sus hijos y niños vecinos que le asediaban al grito de “Gigante, ¿dónde está tu espada?” como referencia a una espada toledana que blandía en broma a veces para asustar a los pequeños.
Juan Caño