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Españoles en la BBC

La escritora María Dueñas cuenta de qué manera las emisiones en inglés de la BBC llegaban a España durante el franquismo y cómo el uso de pseudónimos era habitual entre los periodistas

A finales de los años 30 del siglo XX, y con el nombre de Overseas Service, la BBC emitía programas a través de onda corta en siete idiomas aparte del inglés: afrikaans, árabe, francés, alemán, italiano, portugués y español. En nuestra lengua, además, contaba con programas diferenciados para la Península Ibérica y América Latina.

Una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, aquel servicio se había multiplicado hasta superar los cuarenta y cinco idiomas, con un enorme despliegue de potencial técnico, recursos humanos e intereses políticos y estratégicos.

La mayoría de las naciones receptoras acogían las emisiones de la BBC con atención, con respeto incluso. En España, sin embargo, la situación fue distinta. La afinidad del régimen franquista con Alemania e Italia durante la contienda mundial generó un firme rechazo hacia las emisiones británicas y, con el objetivo de neutralizarlas, eran frecuentes las intromisiones e interferencias. Aun así, las retransmisiones dirigidas a nuestro país no cesaron en ningún momento.

Para ello, la BBC contaba en sus servicios en español con un numeroso grupo de intelectuales o profesionales de prestigio exiliados en Gran Bretaña. El escritor y periodista Rafael Martínez Nadal, con el pseudónimo de Antonio Torres, figuraba como cabeza de plantilla de lo que entonces se difundía como La Voz de Londres. Frente a los micrófonos se sentaban también diplomáticos y académicos como Salvador de Madariaga, el director de la Residencia de Estudiantes Alberto Jiménez Fraud, el escritor y político Luis Araquistain, el catedrático y filósofo José Castillejo, el poeta Luis Cernuda, el coronel Segismundo Casado, o Wenceslao Carrillo —sindicalista y padre de Santiago Carrillo—. Hubo también algunas mujeres, como Nieves Matthews, su hermana Isabel de Madariaga y Natalia Cossío. También fueron muy populares las voces de Esteban Salazar Chapela y el padre Onaindía, un jesuita nacionalista vasco que, según las ocasiones, asumía los supuestos nombres de Father Brown, Father Zuloaga o James Masterton.

El uso del pseudónimo estaba extendido, a fin de evitar problemas con el Foreign Office por las quejas del embajador español Jacobo Fitz-James Stuart, Duque de Alba. Aquellos speakers con un pasado político controvertido en nuestra Guerra Civil quedaban excluido del servicio español, y destinados al Servicio Latinoamericano. Fue ese el caso de Arturo Barea, quizá el más prolífico y célebre entre los exiliados españoles: bajo el pseudónimo de Juan de Castilla grabó casi novecientas charlas; todas, por desgracia, hoy día destruidas. Otros nombres vinculados a las emisiones para América Latina fueron el periodista y escritor Manuel Chaves Nogales, Alberto Palaus o Luis Portillo —profesor de Derecho Civil y padre del futuro ministro conservador Michael Portillo.

Entre los contenidos había charlas sobre cuestiones de actualidad, pensamiento, historia, literatura o arte, conciertos, teatro y programas de variedades. En España, a pesar de los obstáculos oficiales, contaban con el seguimiento de varios cientos de miles de oyentes, en su mayoría miembros de las clases urbanas medias y acomodadas.

“Estación de Londres de la BBC emitiendo para España…” Algunos de nuestros mayores todavía los recuerdan.

María Dueñas

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