Yo me hice periodista en el ‘MADRID’

El humorista gráfico Chumy Chúmez escribía sobre sus comienzos en el diario y cómo allí pudo dibujar con libertad sin temer que se le cambiara una línea o se le rechazara un dibujo

José María González Castrillo, Chumy Chúmez

En aquellos años del nacimiento del diario Madrid yo pertenecía por inclinación intelectual y por el origen de mis antepasados, cuya noble cuna solariega, “Chozas de Cabreros”, aún yace en las orillas del río Eresma, en aquellos años, repito, yo pertenecía a la tropa de los izquierdosos de entonces que iban a cambiar el rumbo de la historia dispuestos a cualquier sacrificio por conseguirlo, incluso el de leer entero “Das Capital” de Don Carlos Marx, que nadie llegó a leer porque los únicos ejemplares que nos llegaban de Londres estaban escritos en inglés, lengua que por patriotismo casi todos ignorábamos.

En aquellos tiempos, Don Antonio Fontán me citó en su despacho y me ofreció un hermoso espacio en la página de honor del aún nonato diario Madrid, que por aquellos días andaba dando los primeros berridos de su próximo nacimiento. Don Antonio Fontán, después de trazar solemnemente una vigorosa línea en un papel que había por allí, me dijo:

-Aquí, en este extremo, está la derecha y aquí, en ese otro extremo, está la izquierda, y aquí, en el Centro, estamos nosotros.

Y añadió:

-Tú puedes enviamos con toda libertad los dibujos que quieras con tu joven impaciencia, pero nosotros nos otorgamos el derecho a publicar los que más convengan a nuestra línea editorial.

Yo le respondí que O.K. con un ligero acento ucraniano-leninista, que era el acento que se llevaba entre los intelectuales de la izquierda impaciente y estremecida de aquellos años. Y empecé a enviar mis trabajos.

Y debo declarar y declaro que en todos los años en que viví el orgullo de ser colaborador del diario Madrid, jamás se me rechazó un solo dibujo o se cambió una línea o una palabra de aquellos trabajos que yo pensaba ingenuamente iban a cambiar el rumbo de la historia y sus iniquidades.

Mis dibujos, sin que jamás se me diera una orden, una sugerencia o un trozo de zanahoria pinchado en la punta de mis honorarios, mis dibujos, repito, casi siempre coincidían las perversas elucubraciones de los ideólogos del periódico.

Debo añadir que, gracias a Dios, las bofetadas económicas de las iras de las autoridades competentes de aquellos años, las recibían siempre el periódico y su director. Nosotros, los dibujantes y los escritores, éramos piezas menores en aquellas cacerías en las que se disparaban multas millonarios y suspensiones de las de entonces que acabaron por derribar edificios y esperanzas.

Y así viví feliz algunos años colaborando en el diario Madrid porque luchaba por una libertad que años más tarde gozan alborozadamente los jóvenes con sus canciones, sus litronas y sus calzas caídas hasta los talones.

Para algo sirvieron nuestros esfuerzos.

 

Chumy Chúmez

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