Hace más de medio siglo las mujeres tenían escaso protagonismo en las páginas de los periódicos, así que había que abrirles paso a codazos. A pesar de que Franco estaba decrépito y la dictadura daba sus últimas y violentas sacudidas, todo seguía prohibido. Los calabozos se llenaban de estudiantes, curas obreros y feministas que firmaban manifiestos vindicativos. Para llevar a cabo actividades tan elementales como establecer un negocio, abrir cuenta en el banco o pedir un pasaporte eran indispensable que la mujer pidiese el permiso al padre, al marido y al Ministerio de la Gobernación. Sometidas a un triple autoritarismo molesto, arbitrario y ofensivo. No obstante, existía un activo movimiento feminista que iniciaba la lucha por la igualdad jurídica, la independencia económica y, a partir de la aparición de la píldora, la liberación sexual. Reclamaban nada menos que igual salario por igual trabajo, la ley del divorcio, la píldora anticonceptiva y la posibilidad de abortar sin tener que hacerlo clandestinamente. De dichos asuntos hablaba (en voz baja y entre líneas para esquivar la censura) Juby Bustamente en su serie de entrevistas reservadas solo para mujeres. Por sus páginas desfilaron las mejores de su generación: pintoras como María Antonia Dans o Maruja Mayo, actrices como Emma Penella, Maruja Asquerino o Terele Pavez, escritoras como Ana María Matute, Josefina Aldecoa o Carmen Martín Gaite. Todas ellas fueron precursoras de la libertad.
Nativel Preciado