Ciudad universitaria

El estado de excepción de enero de 1969

Óscar Alzaga escribio esta columna con motivo de la edición conmemorativa publicada 50 años después de la orden de cierre al diario MADRID emitida por el régimen franquista por su falta de calor en el elogio

A fines de 1967 el Consejo Nacional del Movimiento creó una “Ponencia especial para el estudio de los Problemas Universitarios”, que celebró numerosas reuniones a partir de enero de 1968. En el Archivo General de la Administración se conserva el acta de la primera reunión de esta Ponencia excepcional que es muy relevante sobre el agobio del régimen ante la desafección universitaria. Joaquín Ruiz Giménez dejó escrito en su diario, de 21 de febrero: “La situación universitaria se hace cada día más grave y confieso que tengo miedo. No por mí, pero temo por mis hijos y por mis alumnos”, para referirse seguidamente a la situación del campus de la Ciudad Universitaria, cubierto de jeeps de la Policía y camiones con bombas de agua. El Consejo de ministros del 22 de marzo dedicó varias horas a la situación creada en los campus universitarios, prolongando su sesión hasta las diez y media de la noche. A solicitud del fiscal del Tribunal Supremo, Herrero Tejedor se solicitó la designación de un juez especial que instruyese los sumarios derivados de incidentes universitarios. De modo que la relación entre el movimiento estudiantil español con el Mayo francés no fue la de ser hijo de este, cuya posterioridad fue acertadamente subrayada en un buen escrito por Pedro Laín Entralgo, que también subrayo que en la universidad española en 1968 no hubo violencia y el comportamiento de profesores y estudiantes no tuvo nada que ver con el que se dio en otros países europeos por grupos minoritarios y extremistas.

Consta que de la larga entrevista que el 5 de noviembre de 1968 mantuvo el ministro Villar Palasí con el coronel San Martín y el jefe de los servicios informativos del Ministerio de Educación y Ciencia, de donde salieron las ideas peregrinas de promover masas de choque y redactar el “Plan Canadá” con colaboración de ¡profesores de judo! La formación de grupos violentos de extrema derecha llevó a escribir a Laín: “En muchas ocasiones han podido expresarse dudas razonables acerca de la real procedencia de las lamentables violencias que a veces han cometido los estudiantes. En el pequeño rio revuelto de la agitación estudiantil, ¿no ha habido, por ventura, provocadores de una acera y de la acera contraria? Acaso un Hércules Poirot obtuviese en nuestra Universidad resultados sorprendentes”. El general Peñaranda, que asumió un papel relevante en los servicios de información ha narrado el escepticismo conque veía aquel simplismo gubernamental y su amigo, el general Cassinello, en paralelo escribió: “1968 fue un año difícil (…). Éramos testigos de la descomposición creciente del régimen de Franco”.

La obsesión de Franco por el giro de la juventud universitaria se percibe en los informes secretos que recabó sobre estudiantes y profesores, con desembocadura en el Estado de Excepción de enero de 1969, de cuya preparación tuvimos cierta información los profesores militantes en la oposición al régimen. De manera que Tierno Galván, con despacho próximo al mío me rogó que guardase en mi bufete el archivo de su partido. No me negué, pese a correr yo análogo riesgo, al suyo en aquel trance. Y el 30 de enero a los profesores seleccionados, entre los que yo me encontraba nos condujeron a la sede de la Brigada Social, para confinarnos en pueblecitos. Pero la rentabilidad para el régimen de la excepcionalidad fue negativa por la solidaridad que emanó de las democracias europeas. En mi caso, el estudiantado de la Autónoma de Madrid se declaró en huelga indefinida hasta que me devolvieran, lo que el Gobierno asumió en el siguiente Consejo de ministros.

Óscar Alzaga

Secciones