Juan Manuel Bonet
Juan Manuel Bonet

Abrir espacios para la libertad, por Juan Manuel Bonet

Discurso del director del Instituto Cervantes en París al entregar el XV Premio de Periodismo 'Diario Madrid' a Katharine Viner

Es para mí un verdadero honor que Miguel Ángel Aguilar -flamante presidente de la Fundación Diario Madrid- y su vicepresidente, José-Vicente de Juan, me hayan pedido presidir este acto y pronunciar las palabras de la clausura del mismo en la entrega del décimo quinto galardón a Katharine Viner, cuyo elogio se acaba de pronunciar y yo lo reiteraré también.

Quiero decir que estamos en un lugar histórico y estamos en un acto convocado por una cabecera que ya no existe, histórica. Precisamente Miguel Ángel Aguilar evocaba los años de la Transición con la conmemoración ayer de las primeras elecciones democráticas después de la del 36. Realmente en esa Transición hubo también una pre transición y si hubo un periódico como El País, que fue el periódico de la transición, seguido luego de otros, el periódico que abrió el fuego en ese sentido fue el Diario Madrid. La prensa es siempre un contrapoder, es siempre crítica, es siempre aguijón, eso es verdad, es fundamental para la buena marcha de las democracias pero todavía es más importante cuando existe una dictadura, aquella prensa que como lo hizo el Diario Madrid,  fue capaz de abrir espacios para la libertad, fue capaz de reflejar la pre transición de la sociedad española que reclamaba lo que veían los españoles que existía en los demás países europeos y no existía aquí y que era libertad, que eran elecciones, y que eran esos partidos RURque, efectivamente, todos los que la vivimos recordamos como esos años en los que los partidos o partidillos cabían, al principio, en un taxi.

En los años finales de la dictadura, entre el 66 y el 71 en concreto, que fueron los años que pudo durar esa experiencia, fue verdaderamente heroico el papel del Diario Madrid. Recuerdo esa cabecera y recuerdo imágenes que acabo de volver a ver en los despachos de la Fundación, aquí arriba.  Primero ese artículo en el que Rafael Calvo Serer le decía “Adios a De Gaulle”, que estaba sugiriendo el adiós a Franco, estaba diciéndole: “retírese señor De Gaulle”, pero se supo entender perfectamente a lo que se refería. Y luego está también la última portada del periódico, la del 71 con un gran titular diciendo: “El Gobierno decreta el cierre del Diario Madrid” y al lado una columna del director Antonio Fontán sencillamente titulada “Adiós”. Esas son imágenes para la memoria, son imágenes absolutamente fundamentales de la valentía que manifestaron tanto Rafael Calvo Serer y Antonio Fontán como el conjunto de periodistas que luego se diseminaron por todo el arco del periodismo de la transición. Aquí hay gentes que han estado en los periódicos que surgieron después ya en los años de la transición, el propio Miguel Ángel Aguilar es un caso y están varios como Gozalo, De Juan, Oneto, etc, etc.

El otro día coincidí en otra Fundación, en la Carlos de Amberes, con José María Ballester, a quien traté muchísimo en aquellos años. Lo empecé leyendo también en el Diario Madrid en las páginas de crítica de arte, porque era un periódico que le dedicaba mucho espacio a la cultura. Y si todo eso fue heroico, hay una imagen que hay que calificar de ominosa, que es precisamente la placa conmemorativa del Premio y que se encuentra en la esquina de General Pardiñas con Maldonado, donde estuvo el edificio del diario. Esa placa hecha por un gran escultor que está aquí en la sala, Julio López Hernández, logra el milagro del gran arte que es convertir en arte algo que fue ominoso, que fue un hecho terrible que simboliza precisamente el fracaso de la dictadura que acabó derivando en la voladura del periódico. Hay otras voladuras municipales, yo recuerdo también -como persona interesada por la arquitectura- la voladura del Mercado de Olavide, que fue una pena que también desapareciera porque era un gran edificio racionalista de Madrid y ahora mismo es una plaza, pero es una plaza triste porque falta el edificio que estaba allí. Pués en el caso del Madrid se construyó otro edificio, pero siempre estará esa imagen terrible que preside la entrada de este edificio donde tiene su sede la Fundación Diario Madrid.

Se recordaba antes, pero hay que seguir recordando el papel importantísimo que tuvieron tanto Calvo Serer como Antonio Fontán en la propia transición. Calvo Serer vivió los años de la Junta Democrática, a la cual perteneció y que fue una de las iniciativas que tendieron a abrir España y a lo que el Partido Comunista había llamado la Reconciliación Nacional, y que fue algo en lo que participaron vencidos y vencedores, que era precisamente de lo que se trataba, como acaba de recordar Miguel Ángel Aguilar. Fue una época en la que la gente buscaba concordia, buscaba acuerdos, buscaba intentar que no volvieran a pasar las cosas que habían pasado. Todo esto es historia, pero es una historia que hay que recordar y hay que recordar también el papel de Fontán como Presidente del Senado en la Transición y en la redacción de la Constitución, etc, etc.

La segunda consideración que quería hacer es sobre el propio edificio donde nos encontramos. Yo había pasado muchísimas veces por delante pero no lo había pisado nunca, no había visto esta vidriera que me imagino que será como casi todas las de Madrid de comienzos del siglo XX del francés Maumejeant -o de alguien de su escuela. Calle Larra, 14, primero la calle dedicada a Mariano José de Larra, claro, el de escribir en Madrid “es como llorar”, el de “vuelva usted mañana”, y tantísimas otras que han quedado como si fueran dichos populares, pero que son dichos con nombre y apellido. Este edificio, además de por eso, se tiene que recordar porque también pasó por él parte del periodismo español y forma parte de la historia de España en la medida en que es el lugar donde se imprimió Nuevo Mundo, donde se imprimió La Voz y se imprimió El Sol. El Sol de Ortega. Y luego en la posguerra fue lo inverso, fue la sede del Arriba, el Arriba fundado en otro lugar y con características muy modestas por José Antonio pero que luego en la posguerra se convierte en el diario del Movimiento. A la entrada de esta casa hay una placa y un letrero donde se dan en desorden -y eso está bien- los nombres de las diversas publicaciones que han pasado por aquí. En esos años el Arriba era un periódico tremendamente oficial, un periódico de partido único pero era también un periódico que tenía su sitio en la literatura y en él era donde se podía leer el novísimo glosario de Eugenio D`Ors, o donde aparecían las “Greguerías” de Ramón Gómez de la Serna, hasta que acabó pasándose al ABC, ya en los años finales de su vida, pero durante muchos años de la posguerra desde Buenos Aires llegaban las “Greguerías” de Ramón Gómez de la Serna.

El tercer punto que quería subrayar es que Katharine Viner se incorpora recibiendo el décimo quinto galardón a una nómina brillantísima. Una nómina en la que nos encontramos de repente con un legendario corresponsal de La Vanguardia, Ricardo Estarriol, como lo era también Francisco Eguiagaray. A Estarriol no lo conocí, a Eguiagaray sí. Eran los vieneses, los austrohúngaros, los que cubrían las guerras. La fotografía más difundida de Estarriol es con casco en un frente; después nos encontramos en la misma nómina a otro catalán, Carlos Sentís, un personaje que atravesó muchísimas etapas y que fue una leyenda del periodismo; nos encontramos con Guillermo Luca de Tena y con el ABC por lo tanto; nos encontramos -como se ha recordado- a Pinto Balsemão, un periodista que dio el paso hacia la política en los años, precisamente, de la transición portuguesa; nos encontramos al siempre recordado Hugh Thomas, recientemente fallecido. Yo tuve el honor de tratarle y recordaba que a él le empecé leyendo en francés, en España no se le podía leer en español hasta que se le publicó en una editorial española de París como era Ruedo Ibérico y hace poco en la prensa diaria hemos leído un artículo muy interesante en el cual resultaba que Ruedo Ibérico había trucado un poco el libro para hacerlo un poco más pro-republicano de lo que era el libro de Hugh Thomas, una cosa bastante curiosa también hablando de verdades y no verdades o de post verdades.

En la lista de premiados nos encontramos con una persona de la cual soy muy amigo, Philippe Nourry, a Philippe Nourry  lo conocí aquí en Madrid, cuando cubría los asuntos españoles para Le Fígaro y luego me lo he vuelto a reencontrar con mucho placer en París, en estos años que he pasado últimamente. Lo vi el otro día en el acto de La Sorbona que tan gentilmente se acaba de evocar, y Philippe Nourry es un histórico del periodismo, es un biógrafo de Franco y luego del Rey Juan Carlos I y ha escrito una muy buena “Historia de España” que tuvimos la suerte de poder presentar en el Cervantes de París y ha escrito también una historia de Madrid que ha llamado “La novela de Madrid” y que además está traducida en este caso al español como la mayoría de sus libros.

Luego nos encontramos con Vargas Llosa que no necesita ningún comentario más, es el Nobel de la nómina; nos encontramos con otra persona que vive actualmente en París que es José María Ridao, que hoy es vicecónsul allá, que fue en su día Embajador ante la UNESCO; es un gran ensayista, es un gran editorialista del El País del cual se salió en clave disidente, digamos, y es alguien que ha escrito mucho sobre Azaña, sobre Juan Goytisolo, sobre Jorge Semprún, tanto a Jorge Semprún como a Juan Goytisolo los trató mucho, y en esa nómina, brillantemente, continúa con Giovanni Di Lorenzo como director de Die Zeit, y  el premiado anterior a Katharine  es Juan Villoro, buen amigo también, un mexicano que es de las firmas más brillantes del periodismo de su país.

Y para terminar decir que realmente The Guardian y Katharine Viner, son un premio de lujo. Es la primera mujer que recibe el Premio, ya se ha comentado, y es la segunda personalidad británica después de Hugh Thomas. The Guardian, como el ABC de Guillermo Luca de Tena, se podría ver un poco como, digamos, The Times español, The Guardian se podría ver como El País inglés o se podría ver como Le Monde también.

Hace unos días he visto que Katharine ha participado en un acto en París con periodistas de y lectores de Le Monde. The Guardian es un diario absolutamente de referencia, es un diario que tiene un papel importantísimo, que es una institución, que ha sido enormemente crítico, se podría hablar de su posición europeísta y de su sentimiento de pertenecer a esa Europa de la cual otros quieren marcharse, y sus dos años de dirección vienen a sumarse a los años en los que fue redactora jefe, y se suman también a su trabajo en el Cosmopolitan o en el The Sunday Times. Hay que recordar también su condición de dramaturga con una obra sobre los territorios ocupados que ha tenido gran éxito. Por mi parte, simplemente, felicitar a la ganadora, darle la enhorabuena a ella, a su periódico y darle la enhorabuena a esta Fundación de un diario fenecido pero muy presente en la memoria de todos.

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