Presentación del libro ‘Dioses de fuego y aire’, de Manuel Juliá

Vicente del Bosque, seleccionador nacional de fútbol, apadrinó el libro del periodista del diario Marca.

Vicente del Bosque rodeado de periodistas

El periodista colaborador habitual de las páginas deportivas del diario «Marca», Manuel Juliá, eligió de común acuerdo con el editor de Eneida Editorial, Luis Sotuela, nuestra sede de Larra, 14, para la presentación del libro «Dioses de fuego y Aire», una combinación de relatos lietrarios con el fútbol como ingrediente. Tras la presentación de José Vicente de Juan, vicepresidente de nuestra institución, el seleccionador nacional de fútbol, Vicente del Bosque y el periodista deportivo Sergio Sauca, ejercieron de padrinos de relieve para el lanzamiento de la obra.

Juliá habló del privilegio que suponía que su libro «fuese acunado por Del Bosque» en sus primer paso desde su nacimiento editorial. Recordó la figura de su padre, quien en Puertollano siempre quiso que «su hijo ejerciera el periodismo deportivo en el «Marca». «He elegido, por tanto -dijo en recuerdo de su padre- el periodismo paternal». Sobre el seleccionador destacó su paralelismo con la figura de Antonio Machado, presente en versión bajorrelieve en la sala, versión Julio López Hernández, en la exposición sobre la Fundición Codina, simultánea al acto de prsentación. «Veo a Del Bosque y veo a Machado, cestallano uno, sevillano el otro, pero unidos por la serenidad».

Para el autor, la relación del fútbol con la literatura viene marcada por el estadio: «el fútbol tiene literatura y la literatura es el estadio».

Sergio Sauca, por su parte, incidió en la naturaleza aclamada en Del Bosque, de quien dijo que «se puede ser educado y ganador al mismo tiempo».

Vicente del Bosque demostró haber leído con atención el libro y se felicitó por el aumento de la producción de obras relacionadas con el fútbol desde el éxito del combinado español. Del autor quiso destacar lo que veía en libro: que «amaba, quería y protegía el fútbol». Anécdota muy curiosa la proclamada por Del Bosque, en recuerdo citado en la obra, a quienes «nunca han disparado al palo», en alusión a los campos improvisados de la infancia donde las porterías se construían con piedras o abrigos

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