“Queda claro que la receta es cambiar la Historia de España”. Así respondía David Trueba a la crítica del historiador José Álvarez Junco al libro España contra pronóstico, de Miguel Ángel Aguilar, que ayer se presentaba en la sede de la Fundación Diario Madrid. Sin embargo, en su alocución el autor admitió compartir algunos de los argumentos de Álvarez Junco y describió su nueva obra como un libro impresionista escrito como una suma de pinceladas cargadas de reflexión sobre diferentes aspectos de la vida española, desde el ejército a la iglesia, pasando por los partidos políticos. Trueba nos asegura que la lectura de España contra pronóstico nos remonta a los orígenes más remotos de los males de la España de hoy, pero siempre desde una postura optimista hacia el futuro, porque Aguilar es siempre garantía de volver a la realidad, sí, pero con la inteligencia de incorporar el humor a la crítica. “Menos mal que existe gente como Miguel Ángel Aguilar”, dijo Trueba.
España contra pronóstico no es un libro más sobre la crisis económica, es más, ni siquiera es un libro sobre la crisis económica. En realidad, nos señala Álvarez Junco que nos lo deberíamos tomar mejor como un libro sobre la crisis en la política, con un corolario claro, y es que los partidos políticos de hoy son la pura expresión del clientelismo más rancio que sigue sin ser desterrado del ámbito institucional de nuestro país. Y así, para Álvarez Junco, el libro se explica sobre un triángulo en cuya cúspide se sitúa el citado clientelismo, soportado por un sistema democrático con demasiadas rigideces y unos ciudadanos con una pobre experiencia democrática. Por eso advierte Miguel Ángel Aguilar en su epílogo sobre la oxidación de las libertades, porque una vez conquistadas, hay que seguir cultivándolas. Y es responsabilidad de los ciudadanos permanecer vigilantes ante los excesos y la fragilidad de la democracia para no incurrir en involuciones.
Por descontado, también es un libro sobre periodismo. En tono de broma, Miguel Ángel Aguilar acusó a la llegada de los ordenadores y a la prohibición del alcohol en las redacciones de haber acabado con el periodismo tradicional. El silencio de los ordenadores frente al repiqueteo de las máquinas de escribir acabó con ese constante murmullo que permitía a los periodistas conversar con discreción. Y la prohibición del alcohol provocó el alcoholismo en las redacciones al alentar su consumo en los bares, si bien Miguel Ángel Aguilar siempre ha sostenido que es precisamente ahí donde están las noticias. Y ya nada fue igual. Algo de todo ello debe haber si Trueba aún tiene tan fresca en su memoria la imagen de Miguel Ángel Aguilar dando una conferencia en la Universidad Complutense, allá por 1987, en su calidad de Director de la Agencia EFE, en la que acabó ofreciendo puestos de trabajo a los alumnos, aunque, para su decepción, no consiguiera ni un solo aspirante. Y aunque hoy el paro entre la profesión sea acuciante, “entre la cantidad de nuevos licenciados, y los despedidos, da para montar un país entero”, bromeaba Trueba, el periodismo prevalecerá. Seguro que sí.
Con el acto de ayer el histórico edificio de la Fundación Diario Madrid en la calle Larra, cargado de simbolismo periodístico, se dio carta de naturaleza a este nuevo libro, pero también sirvió para infundir optimismo frente a las dificultades que queden por venir. España es un país con mucho potencial, eso es algo en lo que todos estuvieron de acuerdo. Una aproximación a nuestro recorrido histórico más reciente como la que nos ofrece Miguel Ángel Aguilar es la evidencia más clara de que el futuro es nuestro.