Me cuesta escribir estas líneas tras recibir la noticia de la muerte de Miguel Ángel Gozalo. Su desbordante humanidad, su simpatía, la agudeza de su espíritu, su generosidad y su sentido de la amistad ya no nos acompañarán en esta tierra. Echaremos de menos todas sus virtudes que conformaban su personalidad de hombre bueno y que en él eran contagiosas.
Miguel Ángel Gozalo ha sido un gran periodista. Su vocación y su profesión fue el periodismo, sólo el periodismo. Solía decir que en el periodismo lo importante y lo difícil era ser un plumilla, aquel que narra los hechos tal cuales son; y a través de la narración comprendemos el sentido de lo que pasó. «No he querido ser más que un plumilla», decía cuando en el periodismo lo había sido todo: redactor, cronista, corresponsal, redactor-jefe, director, comentarista y había ejercido todos los géneros en el mundo de la prensa escrita y audiovisual.
Miguel Ángel Gozalo perteneció a la que Juan Antonio Ortega y Díaz-Ambrona ha llamado «generación de 1978» o «generación de la Transición». Nació en los años de la guerra (1938) y se formó en los duros años de las dos postguerras (la nuestra y la europea). Esa generación descubrió las estrecheces y limitaciones de aquella España y quiso mejorarla con dos ideas como guía: la reconciliación, la superación de las «dos Españas enfrentadas»; y la apertura a Europa, cuyos primeros pasos de su integración ya se estaban produciendo. Sus corresponsalías en Bonn y París (ABC) le hicieron vivir más de cerca aquella Europa democrática, de la que España tendría que formar parte.
Pero los periodistas de esa generación tuvieron muy claro que esas metas sólo podían alcanzarse mediante el valor de la libertad. Ensanchar la libertad de prensa tenía que ser el quehacer específico de los periodistas en la gran tarea nacional de la Transición. Cuando se abrió la primera espita con la ley de Fraga de 1966, Miguel Ángel Gozalo se puso en primera línea en esta tarea. Lo hizo como subdirector del diario Madrid, bajo la dirección de Antonio Fontán, hasta su supresión por el Gobierno en 1971. Aquel Madrid fue pionero en el camino hacia una plena libertad de prensa.
Miguel Ángel Gozalo fue también uno de los protagonistas de la apertura informativa de televisión, a mediados de los años setenta, bajo la dirección de Rafael Ansón, formando parte de aquel gran plantel de periodistas (Victoria Prego, Sotillo, Jesús Hermida, Arozamena, Azcona) que convirtieron el mundo audiovisual español en parte de la nueva realidad democrática. Pocos años después, en 1982, fue director de TVE, el último en la etapa en la que gobernó UCD.
La trayectoria profesional de Miguel Ángel Gozalo culminó en la presidencia de la agencia Efe, que ejerció en los años 1996 a 2004. España tenía ya una democracia consolidada y gozaba de un reconocido prestigio en la esfera internacional. La agencia Efe, una de las grandes agencias informativas del mundo, desarrolló una brillante labor durante la presidencia de Gozalo.
He seguido muy de cerca la vida profesional de Miguel Ángel Gozalo y en algunos de sus tramos he sido compañero de fatigas. A través de ella, me ha unido una profunda amistad y una creciente admiración. Por eso, puedo dar testimonio de sus virtudes. La primera, su gran pluma. Su escritura límpida, su dominio del castellano y de los clásicos, a los que acudía magistralmente, eran el regalo a los lectores en los miles artículos que escribió. Además, Gozalo amaba entrañablemente a España, una España reconciliada, amable, tolerante, sin muros, sin la dialéctica amigo-enemigo, y, desde luego, con la afirmación del más alto valor de la libertad. La humanidad de Miguel Ángel se volcó en su familia, con Maribel, su esposa y compañera, con sus hijos y nietos. Su refugio en San Esteban de Gormaz, a orillas del Duero, era un hogar de verdad, en el que brillaba el don de la generosidad y se cultivaba la amistad.
Descansa en paz, querido Miguel Ángel, porque te lo has merecido. Que Dios te bendiga.
Fdo. Eugenio Nasarre.