PRENSA - DIARIO MADRID - CIERRE, ASAMBLEAS Y REUNIONES

Senderos incómodos… y costosos

Carlos Barrera escribe sobre la censura y los expedientes sancionadores que sufrió el periódico antes de su cierre en la edición conmemorativa publicada 50 años después de la orden de cierre al diario MADRID

Escribió Antonio Fontán que la andadura del diario Madrid independiente no fue fácil porque decidió transitar “por los incómodos senderos de la discrepancia”. Incomodidades, desde luego, no le faltaron, y de ello dan fe, aunque no fueran la única muestra, los expedientes sancionadores que le abrió el Ministerio de Información por sus editoriales, artículos o informaciones, que de todo hubo. Se agruparon en dos períodos específicos: de octubre de 1967 a mayo de 1968, antes del cierre por cuatro meses, y de febrero de 1970 a octubre de 1971, antes de la suspensión definitiva. En esos momentos de especial persecución los expedientes servían como amenaza para enfriar la línea crítica del diario.

En esta página aparecen varios del primer período que responden a la tipología señalada: un artículo en página tres, que encendió las iras de la Organización Sindical; un contundente editorial, titulado “La ley del silencio”, crítico con el proyecto de Ley de Secretos Oficiales; una revista de prensa que recogía una carta al director aparecida en el semanario Mundo; dos informaciones relevantes sobre conflictos de la actualidad universitaria en Madrid; y otra, en portada, sobre un rumor acerca del aumento en el precio de la gasolina. Salvo el primer artículo y la revista de prensa, ambos de diciembre de 1967, el resto se concentró entre enero y febrero de 1968.

En su devenir jurídico y en su eco público corrieron suerte diversa. El expediente del artículo de José Juan Forns, un funcionario del Instituto Nacional de Estadística, fue finalmente sobreseído, no sin antes levantar polvareda. El vespertino sindical Pueblo tituló al día siguiente: “El diario Madrid miente”; el motivo eran unos cálculos, de los que el propio autor del artículo se retractó, acerca de los ingresos de los sindicatos. Algo muy distinto sucedió con “La ley del silencio”, editorial sin firma cuya autoría correspondía a José María Desantes, colaborador habitual del periódico. La multa de 50.000 pesetas por falta grave fue recurrida al Supremo, que en sentencia del 14 de junio de 1971 dio la razón al diario por no apreciar falta al debido respeto a las personas e instituciones en la crítica realizada. Fue una inesperada una victoria moral contra el régimen.

Paradójicamente lo que resultó decisivo para castigar al díscolo Madrid fue la publicación de las informaciones universitarias: una sobre la renuncia de dos profesores franceses al doctorado honoris causa en la Complutense, y otra sobre la reapertura y nuevo cierre con incidentes de la Facultad de Económicas, ambas del 15 de febrero. Este expediente, que parecía dormir en el limbo de los justos, se reactivó por sorpresa el mismo día, 30 de mayo de 1968, en que Calvo Serer publicó su célebre artículo “Retirarse a tiempo. No al General De Gaulle”. Se hizo con el único objetivo de suspender inmediatamente el diario por falta muy grave, a lo que se añadió una multa de 250.000 pesetas.

En su recurso el periódico alegó que el Gobierno había dictado “una resolución de urgencia, que fuera ejecutada con urgencia”. De nada sirvió, por más palmaria verdad que fuera. El propio Fraga lo confesó en sus memorias, dejando entrever el verdadero motivo del cierre: “Ya no cabían mas ruegos; no sabíamos cómo iba a terminar lo de Francia, y mejor que perder la Ley de Prensa, era aplicarla, con todas las consecuencias”. Así se las gastaban entonces en el poder.

Carlos Barrera

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