Dar las gracias a Maribel porque me llamó para que hablase y dijese unas palabras sobre Miguel, recordando que estuvimos juntos una semana antes de que se fuera y le hablé de lo que había sido aquella comida, una comida alegre, dónde era el mismo Miguel Ángel de siempre, al que conocí, por cierto, hace exactamente cincuenta y cinco años. Así que llevo más de cincuenta y cinco años trabajando todos los días de mi vida. Esto es lo que me recuerda este homenaje que estamos ofreciéndole a una persona muy excepcional.
Tan excepcional que me acuerdo, cuando yo empezaba en el Diario Madrid, -era muy joven, de verdad- y tuve la osadía, -apoyada por Cuco Cerecedo, naturalmente- de discutir con Miguel Ángel sobre una guerra que sigue vigente, que era el conflicto entre Israel y Palestina. Entonces, Miguel Ángel, que era directo y sincero -como bien ha dicho José-Vicente- me dijo: tú tienes mucho que aprender todavía y en este periódico lo vas a aprender.
Yo pensaba que era una amenaza pero lejos de ser una amenaza fue un regalo porque me permitió pasar por todas las secciones del periódico y donde casi todo lo que sé de periodismo lo aprendí allí, paseándome por las distintas secciones, Internacional sin moverme de Madrid. Lo único que no hice fueron sucesos y toros.
Una de la cercanía muy personal que tuve con Gozalo, fue cuando conocí a una tía suya monja que estaba en la Cruz Roja, en unos momentos muy duros de mi vida. Ella me habló mucho de Miguel Ángel y desde luego me ayudó a pasar aquel trance y a que tuviéramos más intimidad.
Después nos separamos, coincidimos con Hermida en las “Tertulias de Hermida”, pero hemos estado toda la vida juntos -de una manera intermitente- hasta como digo una semana antes de que se fuera. Iba tan contento a operarse del corazón.. Es maravilloso haber tenido una vida, en un círculo que se cierra de una manera tan maravillosa y tan feliz porque lo fue hasta el último momento, me consta, y lo malo es que dejó aquí a muchas personas tristes entre las que me encuentro, porque todavía no me acabo de hacer a la idea de que en el próximo encuentro que tengamos le echaré de menos de una manera muy especial.
De todas las proezas profesionales y valía de Miguel Ángel, se ha hablado aquí. Yo voy a hablar de una que es esencial: desde aquel primer encuentro que tuvimos, yo, osada joven periodista que le hablaba de Palestina con entusiasmo, hasta el último momento él fue respetuoso, tolerante y comprensivo con todos los que no pensaban como él y la prueba es que estamos aquí muchas personas reunidas en un homenaje sincero, afectuoso, cariñoso y memorable y no pensamos de la misma manera. Esto es gracias al espíritu de Miguel Ángel que siempre estará presente. Luego hay otra cosa que yo le admiraba y se lo dije muchas veces: “lo que más admiro de ti, Miguel Ángel, es a la Hernando”. Maribel era para mí una mujer pionera del periodismo, una mujer extraordinaria en la época en la que yo la conocí y lo sigue siendo. Y la familia que tiene es verdaderamente envidiable, que hay dos cosas de Miguel Ángel que resalto por encima de todas las demás, que sea capaz de unirnos aquí a todos, tal y como están las cosas y yo creo que debe ser el único sitio de Madrid donde estamos mezclados- y con alegría y con entusiasmo y la segunda es su maravillosa familia que es, de verdad, lo que queda después de todo.