Miguel Ángel Aguilar

Discurso de Miguel Ángel Aguilar en la ceremonia de entrega del XIV Premio de Periodismo ‘Diario Madrid’ a Juan Villoro

El presidente de la Fundación Diario Madrid felicitó del escritor y periodista mejicano por sus trabajos literarios y por su labor en el periódico 'Reforma'

Muchas gracias. Muchas gracias Juan, por el acierto que nos has permitido tener al designarte ganador en esta edición del Premio. Muchas gracias por  incorporarte a una nómina en la que no hay ningún indeseable. Esperamos que esta nómina se prologue muchos años, pero esperamos también no capturar a ningún indeseable en nuestras redes. Esto no lo puede decir todo el mundo, cuando las cosas duran, casi siempre se pervierten.

Yo quería hablarte con el corazón en la mano, porque me emociona mucho que el Premio sea precisamente para un escritor mexicano y precisamente para ti. No he tenido mucho tiempo porque estoy bastante desbordado, pero no quiero aducir excusas. He escrito estas notas sueltas que voy a intentar atar un poquito. Anoche, en compañía de Pepe Oneto, mientras escuchábamos la Heroica de Beethoven, después de una primera parte del concierto absolutamente detestable, pero la segunda parte nos llenó de inspiración. Lo que quería decirte, rápidamente, es que estás por derecho propio en la estela de los grandes, como Octavio Paz, como Carlos Fuentes, como Monsiváis. Monsiváis,  que describe el hambre como “la paciencia en la dieta». Y reparemos en la gente que por falta de paciencia en la dieta termina indignándose. 

Cabría analizar tu influencia -la influencia de Juan Villoro- en tus predecesores. De eso habla en su novela este amigo que ahora no me viene el nombre pero que luego te lo diré para que no se te pierda, habla de la influencia de Eliot en Shakespeare o de la influencia de Borges en Cervantes, porque después de leer a Eliot o después de leer a Borges, la lectura de Shakespeare o de Cervantes es distinta. Cada autor crea sus precursores y tú también los has creado. Eres literato, eres intelectual, eres novelista, eres periodista y te atienes a lo que dice el artículo quinto de la Cartilla del Guardia Civil fechada en 1845, según el cual habríamos de ser prudentes sin debilidad, firmes sin violencia y políticos sin bajeza.

México lo tenemos todos en el alma, México como los otros países de America, es copropietario de la lengua española. Aquí, hemos tenido que sufrir con alguna gente que cree que la lengua española es suya, y que quienes la usen deberían pagar royalties a la Real Academia Española. ¡Que no amigos! Que esto es distinto, que es una comunidad de propietarios. El español no se maneja como el francés en el Diario oficial de Paris, se maneja entre todos, a la manera de una comunidad de vecinos. Esa diferencia con otros idiomas europeos es muy relevante y a todos nos llena de orgullo. Ningún argelino, marroquí, tunecino, duda cuando le preguntan cuál es su lengua, su lengua es el árabe. Sólo una delgada capa en cada uno de esos países es francófona, lo mismo sucede en los países de Asia que estuvieron bajo la colonización británica. Pero en España, donde hemos hecho todas las cosas del revés, algunas de casualidad salieron bien. Es verdad que la conquista de América, no se hizo partiendo de la Academia General Militar de Zaragoza, la hicieron unos que pusieron en marcha por su cuenta. Unas “start up” que se lanzaron por libre y ahí está. Pero es verdad que ningún mexicano, ningún colombiano, ningún argentino, ningún costarricense, tiene ninguna duda cuando le preguntan cuál es su lengua. Su lengua es el español. Este es un factor diferencial que nunca valoraremos, pero que ponderaba con envidia el presidente francés Mitterrand en el Parlamento Europeo de Estrasburgo. Lo que haría Francia si tuviera lo que España dejó en los países de su estirpe.

Lo que quería decirte, y ya termino, es que una comunidad de naciones, de las naciones que se expresan en castellano, en español, sólo es posible si se crea un centro de gravitación informativo propio, si dejamos de ser la periferia de otros campos gravitatorios ajenos. A esa tarea estás absolutamente convocado. De manera que México, la nueva España, el virreinato de la nueva España, México, que acogió, que fue sede de tu padre y de tanta otra gente maravillosa, que constituyeron  eso que el profesor Juan Marichal llamaba la «España peregrina» y también la «España extraterritorial”. Con emoción, la Asociación de Periodistas Europeos, hace dos años, estuvo en México celebrando su Foro Eurolatinoamericano de Comunicación, en el Colegio de México, y quedamos absolutamente asombrados de lo que es el Colegio de México, de la tarea que ha hecho y del prestigio que tiene. Ahí está Carlos Marichal como nuestro enlace permanente.

Quiero felicitarte por todos tus trabajos literarios y terminar con dos breves citas. Una, de la micropoetisa Ajo, que dice: “-Veo veo/ -¿Qué ves?/ -Mucho gusano y poca mariposa/”. Pero hoy esto es una concentración ―iba a decir de mariposas, pero no quiero faltarle a nadie― de gente decente. La envidia se define como «tristeza del mal ajeno». Pero hay otro sentimiento, para el que falta la palabra en castellano que es «el goce indisimulado del mal o de las carencias ajenas». Está muy arraigado en un sector de la política española. A eso los alemanes lo llaman schadenfreude.  Vamos a machacar en esa tecla, te lo digo por si te quieres prevenir.

Y por último, de tu maravilloso libro De eso se trata, que tenía perdido y he reencontrado en la librería Antonio Machado esta mañana,  recuperar esa cita en que te apoyas de Oscar Wilde: “Dale una máscara a un hombre y te dirá la verdad”. Nosotros estamos luchando porque este mundo de la transparencia no nos haga invivible  la vida, y hemos promovido que se establezcan como las  áreas de servicio en las autovías zonas de penumbra, en las que se puedan hacer acuerdos internacionales, nacionales, municipales, sindicales o amorosos. Nada resiste la permanente exposición, hace falta retirarse un poco a la penumbra para progresar. Déjame que elogie también el título de tu libro, sobre el que llamaba la atención mi hijo Miguel. Un título que viene de la traducción que Tomás Segovia hizo de Hamlet cuando al buscar una nueva versión del “Ser o no ser, ésa es la cuestión”, hizo el hallazgo de “Ser o no ser, de eso se trata”, infinitamente más acertado.

Querido amigo, periodista, colega, queremos además anunciarte que este modesto periódico, AHORA que está ya en la calle y que está seguro de  contar con tu colaboración, va a enlazar en acuerdos de mutua conveniencia con el periódico Reforma, que es tu referencia en México.

Muchas gracias por todo y enhorabuena.

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