Presidenta de la Comunidad Isabel, Presidente del Jurado Manuel, premiado Andrés, patronos de la Fundación Diario Madrid, colegas de la prensa, amigos invitados a esta entrega de la vigésima edición del Premio casi coincidente con el quincuagésimo tercer aniversario de la Orden de Cierre que dictaron el general superlativo y su almirante en tierra el 25 de noviembre de 1971 .
Una placa, modelada por el escultor Julio López Hernandez, se descubrió en la esquina de Pardiñas y Maldonado, “En homenaje a quienes trabajaron en el diario MADRID defendiendo las libertades”. Ese proceder es nuestra legitimidad de origen, cosecha del 71, grabada en bronce.
Ahora estamos en Larra 14, sede de la Fundación Diario MADRID, en un edificio cargado de historia que albergó al diario El Sol de Nicolás María de Urgoiti, con el mismo empeño de impulsar un periodismo que atienda sus deberes de servicio público y de defensa de las libertades.
Ese es el eje de coordenadas de un premio, cuyo prestigio se basa en sus galardonados, en la independencia de sus jurados y en la solemnidad de su entrega. Buena prueba es que nos acompañen aquí en el estrado la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, el presidente del Jurado, Manuel Vicent, y el premiado, Andrés Trapiello.
A la presidenta de la Comunidad le agradecemos que haya aceptado nuestra invitación; al jurado, tan plural como el abanico mediático y sin atisbo de sectarismo alguno, que acertara acordando su fallo y al premiado los méritos de sus ensayos, de sus diarios, de sus novelas y de sus columnas periodísticas, escritas o habladas, en las antípodas de ese “andar a viva quien vence”, actitud que Don Quijote reprochaba en Sancho motejándola de villanía.
Constituimos la Sociedad de Redactores afirmando estar “convencidos de que la prensa es libre cuando no depende del poder gubernamental ni de los poderes del dinero”, sabiendo que ejercemos una de las profesiones más difíciles y peligrosas, pues no hay seguridad al servicio de la verdad, y considerándonos depositarios de una misión de interés público que requiere valor, tenacidad y modestia pretendiendo que la idea de servicio se antepusiera a las consideraciones de lucro o de poder. En esos compromisos perseveramos.
Aprendimos de El Roto que la demanda de novedad se antepone a la demanda de verdad, como apuntaba en aquella viñeta donde la multitud seguía una pancarta donde se leía “Queremos mentiras nuevas”. Más tarde, en otro dibujo aparecido en la edición del 3 de julio de 2019, reflejaba la insaciabilidad de los poderosos para quienes “Toda crítica es excesiva, todo elogio, insuficiente”. Gracias por atender estas palabras. Que empiece la función.